Translate

lunes, 1 de septiembre de 2014

NUESTRO PRIMER MARATÓN

He preferido esperar 10 días para hablar de las sensaciones producidas tras completar mi primer maratón. Así la visión general goza de una objetividad mas global.

Mi idea era "pseudoambiciosa", ya que para ser el primer maratón quería asegurarme acabarla dignamente y planifiqué un ritmo de 5´40” para acabar en 4 horas. Pero pasaron los 3-4 primeros kilómetros y me sentía muy cómodo yendo a 5´20”-5´25”. Consideré que sería un un error ir más lento de mi ritmo confort, por lo que me impuse ese ritmo que era un poco más rapido. Llegaron los primeros avituallamientos, muy pronto, y haciendo caso a un familiar experto en estas lides, bebí en todos, aunque fuera un sorbo y no tuviera ganas. El paso de los kilómetros le dio la razón. Pasamos el Camp Nou en el Km 6, y a pesar de ser un acérrimo madridista,  he de reconocer que su imponencia es increible. Nos dirigimos a la Av. Diagonal, hemos pasado los 10 primeros Km en 54´, un poco por debajo del ritmo previsto. La cosa marcha bien. En mi ipod suena una canción de los Sunday Drivers.

Pasan los kilómetros y nos adentramos en el Paseo de Gracia, donde tomo el primero de mis varios Getorades y recorro los kilómetros más bonitos  en los que a belleza del paisaje se refiere. Las hermosas vistas de la Casa Vicens, Pedrera y Casa Batlló,  todas de Gaudí, unido a los bonitos edificios de las tiendas de lujo,  me llevan en volandas hasta el Rossello donde ya estamos en el Km 15. Son las 10 a.m y el calor empieza a manifestarse. Más adelante pasamos por la Sagrada Familia, en un terreno claramente descendente que te da tregua durante un par de minutos y giramos dirección Meridiana  dejando la torre Agbar a nuestras espaldas. La mires desde donde la mires, y aun rodeada de grúas y andamios, La Sagrada Familia es alucinante.

Es precisamente en Meridiana, donde completamos el ecuador de la prueba en 1´54”, o lo que es lo mismo ya llevamos 21Km a nuestras espaldas y hemos mantenido un ritmo más o menos constante. Va bien la cosa. Pensando en positivo ahora solo queda restar kilómetros. Aquí ingiero mucho agua, getorade, el primer gel de glucosa y un plátano. Hasta ese momento, la distancia más larga que había completado en competición era esa, 21km; pues ahora quedaba completarla de nuevo. El cansancio empieza a hacerse notar pero sin demasiada insistencia. Pasados los primeros 21 Km hago skipping y estiramientos sin perder el ritmo para desentumecer los músculos. Esto de ahi al final lo hice cada 4 ó 5 Km. Suena el discurso de Aragorn a los hombres  en la batalla definitiva de “El Señor de los Anillos: El retorno del Rey”. Es freak, lo reconozco, pero no sabéis como motiva.

Seguimos corriendo, pasamos la pancarta de 25 Km, momento en el que empiezo a beber Getorade en todos los avituallamientos, ya que empecé a sentir pequeños calambres en los gemelos. Con los electrolitos de la bebida Isotónica mitigamos en parte las molestias. Estamos en la Rampla Prim, giramos por Av. Diagonal dirección torre Agbar. Seguimos restando kilómetros. Llevamos 3/5 partes de la prueba. Suena Sherry Darling, de Bruce Springsteen.

Unos metros antes del Km 28, me tomé el segundo gel de glucosa con unos frutos secos que no me sentaron demasiado bien al estómago.  Todo junto a un buen vasito de getorade. Acercándonos al Km 30, el cual cruzamos en 2´42”, empieza el momento que todo maratoniano tiene en mente: “El muro”.  La inteligencia de tu cuerpo es sorprendente. En mis entrenamientos, el día que más corrí fueron 30 kilómetros, ya que dicen que es la distancia tope a la cual tu cuerpo asimila el kilometraje. En ese momento mi cuerpo debió pensar..eh!! que de aquí no hemos pasado nunca. Me acuerdo de la frase que me soltó un día mi buen amigo Ramón: “A partir del Km 30, te das cuenta que en el maratón pocas hostias”.  El muro, es el momento en el que tus hidratos de carbono empiezan a agotarse y tu cuerpo empieza a tirar de grasa, que si se agota, te aboca a la pájara, con la más que probable obligación de abandonar. Además la fatiga muscular es evidente. Es esencial contar con reservas de glucosa e hidratos. Coincidió además con la entrada por el paseo marítimo poco antes del mediodía, por lo que la inmensa humedad y el calor jugaron su papel. Por suerte, mi muro fue muy, muy breve, de apenas 1Km más o menos. Se dio un nuevo avituallamiento, en el cual cogí dos botellas de agua e ingerí mi tercer y último gel. En ese momento pelín complicado me tocaba la frente y no sudaba, lo que me indicaba que tenía que ingerir agua si o si. Tras hidratarme y comerme el gel empecé a sentirme nuevamente bien. Vi el Punto Kilométrico 31 y mi frente nuevamente estaba húmeda. Lo peor había pasado. Pensé, queda poco más de un 10.000 que tantísimas veces has corrido.  Sonaba una de las 5 ó 6 canciones de Lindsay Stirling que tenía en el ipod, pero no la recuerdo.

Pasaban los kilómetros, acompañado del marco incomparable que es el mar y muchísima gente animando. La verdad es que la gente en Barcelona, no cesó de animar durante todo lo que duró la prueba, algo que es de agradecer. El pequeño muro pasado estaba ya lejos y me tomé media naranja acompañado como no de Getorade y agua. Sonaban canciones que la gente me había sugerido y las cuales me había metido en el ipod “a ciegas”. Sin darme cuenta estaba pasando por delante de las torres Mapfre y completando 35 Km ya. De hecho había recorrido el parcial de 5 Km más rápido hasta el momento. Sonaba “All of me” de John Ledgend.

7km, 6km, 5km,…Recuerdo la ubicación exacta de cada Punto Kilométrico, ya que la intensidad con la que uno vive esos últimos kilómetros es muy grande y te fijas en todos los detalles. Empezó a haber avituallamientos muy seguidos, casi cada kilómetro, y poco y en todos ellos siguiendo con la tónica de toda la carrera, reposté. En algunos ellos únicamente me enjuagué la boca. Pasan los kilómetros y cada vez hay más gente andando, los fisioterapeutas  tienen trabajo tratando a algunos corredores, miembros del Samur atendiendo,… te estás acercando a meta.
Nada más cruzar el Km 39, entras en la avenida del Arco del Triunfo, el cual marca el Km 42. Por cierto, nunca había sentido que un nombre estuviera tan en sintonía con el momento. Esos último kilómetros me veía “bien”, por lo que decidía apretar el ritmo; pensé, si rompes estás a poco más de 2 kilómetros y podrías hacerlos andando, asique no tenía nada que perder. Por primera vez en toda la carrera, estaba corriendo por debajo de 5 minutos, de hecho en algunas fases mi Garmin me marcaba 4:40. Pasé de los avituallamientos del Km 40 y 41 y completé los últimos 3 kilómetros por debajo de los 5 minutos.
Nuevamente Bruce Springsteen sonó, pero esta vez no era Sherry Darling, sino My Lucky Day, (un día de suerte), ni adrede podría sonar un título más recurrente. Estaba pasando por debajo del Arco del Triunfo, me separaban 195 metros de cruzar la meta.  Mi cabeza iba a un ritmo vertiginoso, no podía pensar en nada. En ese momento daba igual que el ganador de la prueba hubiera cruzado la línea de meta hace hora y media, yo estaba completando esos 42.195 metros y levanté los brazos al cruzarla. Después de 3 geles de glucosa, litro y pico de getorade, un platano, ranaja y media, varios puñados de frutos secos y 6 ó 7 litros de agua, había corrido mi primer maratón.

A lo largo de los 42 kilómetros, a uno de la da tiempo a pensar en un sinfín de cosas, y la perspectiva de muchas de ellas es cambiante dependiendo del punto kilométrico en el que te encuentres. En los primeros kilómetros te embriaga el ambientazo y la exaltación, el pensar que estás en un momento que nunca antes has vivido. El sentimentalismo es directamente proporcional al recorrido que lleves a tus espaldas.

Te vienen momentos de exaltación de la familia y de lo mucho que les quieres. Que ojo,  no es que haga falta correr un maratón para darte cuenta de ello, pero te muestran muy claras tus prioridades y según avanzan los kilómetros el sentimiento aumenta.
Las cosas de tus amigos que muchas veces te sacan de quicio, las piensas y te resultan menos desquiciantes. Y ese sentimiento no es fruto de la momentánea  vulnerabilidad física y mental en la que te encuentras, sino que habiendo pasado los días, se mantiene en mi.
Mi motivación fueron mis hermanos, padres, amigos y familiares que apoyaron mi inscripción en la carrera y no dudaron ni un instante que lo conseguiriamos. También fueron los niños de Born to Learn, la ong para la cual gracias a la solidaridad de las personas, logramos recaudar 1185 para que continúen con su labor de escolarización en Tanzania.
En términos abstractos, el maratón es como si usases una batea de las que usaban en el siglo XIX en para encontrar oro; La batea deja pasar la grava y se queda con el oro. Corre, y deja pasar lo malo quedándote con lo bueno.
No sé si desde que corrí el maratón soy mejor persona, pero si sé que quiero ser mejor persona. Yo he hecho esta locura para sacar los mejor de mi. Y estoy casi seguro de que repetiré. Y tu?


2 comentarios:

  1. Muy bien, Javier. Estamos orgullosos de ti. Lo más importante es que no sólo corres con las piernas, has demostrado que corres con el corazón. Gracias por hacernos partícipes.
    Abrazotes mil,

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias!! Me alegro que lo veas así. Las cosas buenas si no son compartidas con quien quieres, nunca habrán ocurrido. Un abrazo

    ResponderEliminar

Deja tu huella runner